La gran afluencia de peregrinos provocó que crecieran las pequeñas poblaciones que hasta entonces existían. Muchas de estas localidades beneficiadas por la llegada de peregrinos, a los que abastecían con alimentos o proporcionaban posada, se ampliaron precisamente adaptando su forma a la de la vía, desarrollándose con una disposición longitudinal alrededor del Camino, de tal manera que algunas se han llegado a denominar “ciudades camineras”. Y en este constante traslado de gentes el surgen poblamientos en lugares tan singulares como aquellos donde se construye un puente o donde los peregrinos descansaban antes de emprender la subida a un puerto de montaña. Por lo general, la ruta jacobea se amoldó al trazado de las sendas medievales nacidas para comunicar núcleos de población que surgieron de la repoblación. También, en algunos tramos, aprovechó el recorrido de las vías romanas o calzadas, muchas veces más adecuadas para el tránsito.
Las nuevas ciudades de nueva planta cuadriculada, con dos ejes y plaza central en la intersección, aparecieron enseguida por la península: Sangüesa y Puente la Reina en Navarra, Briviesca en Castilla, Castellón y Villarreal en Levante. Muchas todavía conservan en la actualidad elementos de estas ciudades medievales: las parroquias, cuyos nombres designan también al barrio, la calle principal porticada, la plaza mayor y los núcleos suburbanos.
Durante los siglos XI y XII, se formaron nuevas ciudades. Fuera de sus límites nacieron nuevos burgos en torno a los monasterios que poseían, en ocasiones, su propio recinto amurallado, como el burgo de Saint-Martin-des-Champs en París o el de Saint-Martin en Tours. No obstante, hay que precisar que la ciudad podía poseer territorios fuera de sus murallas y que éstas también podían proteger pueblos, por lo que no constituyen un rasgo definitorio de la ciudad, ni desde un punto de vista territorial ni simbólico. Por su parte, los monasterios emplazados cerca de las ciudades se unían a éstas por medio de amplias calles sinuosas que convergían en el monasterio (Charlieu, Saint-Denis) o sencillamente la localidad los absorbía (Aurillac, Figeac). Además, se formaron burgos monásticos independientes alrededor de algunos monasterios aislados (Cluny, Saint-Denis, Conques). De todas formas, ciertas abadías nunca llegaron a crear pobalciones a su alrededor; tal es el caso, por ejemplo, de San Miguel de Cuixá
Otras ciudades se crearon a partir de burgos que se desarrollaron en torno a los castillos. Estos burgos, muy numerosos en Francia, presentaban planos muy variados según la configuración del terreno donde se asentaban. En ese caso, castillo y ciudad podían situarse con relación a un río que influía en la estructura urbana, como en Château-Thierry o en Chinchón. La población podía rodear el castillo (Montluçon, Gourdon) en el llano (Châteauroux) o en una elevación (Pau). La ciudad de Caen constituye, quizá, un caso aparte, algo más complejo. En efecto, los dos burgos de Saint-Jean y Saint-Pierre ya existían en el siglo XI con su propia iglesia parroquial, además del castillo, que constaba asimismo de un núcleo urbano. Este ejemplo demuestra que no había una solución única en la formación de los burgos surgidos alrededor de un castillo.
Aunque se manifiesta un importante desarrollo de las ciudades francesas a lo largo de los siglos XI y XII, el porcentaje es claramente inferior al de Europa central. En el sur obre todo, el fenómeno de las jurisdicciones permitió la protección de algunos núcleos con la concesión de salvaguardias y seguridades. Se delimitaba un terreno más o menos amplio, al que se concedía una carta por medio de una orden militar o religiosa que autorizaba la fundación de un pueblo. Estos núcleos suelen presentar dos tipos de planos: si es lineal (Villefranche-sur-Cher, Sauveterrede-Béarn), se desarrolla sobre un eje (calle o camino) y la iglesia se halla en uno de los extremos; si es radial, se organiza alrededor de la iglesia (Couvertoirade, Beaumont-en-Argonne). Este desarrollo de las ciudades se prolongó más allá del siglo XII con los pueblos fortificados. Ya en 1144, la fundación de Montauban anunciaba este nuevo tipo de estructura cuadriculada limitada por dos ejes, en cuya intersección se situaba la plaza mayo
En Italia se puede hablar de continuidad urbana a partir del siglo XI, y las grandes ciudades se encuentran en su mayor parte en el norte. Algunas murallas no se construyeron hasta el siglo XIII, forzadas por la inestabilidad militar pero también para simbolizar el poder de las ciudades y sus prerrogativas. De todas formas, la mayoría de las ciudades conservaron los recintos de la Antigüedad tardía. Caserta Vecchia en Campania y San Gimignano en Toscana constituyen ejemplos de ciudades medievales de importancia intermedia.
La ciudad medieval conservó, en general, la planta rectangular o cuadrada del último período de la Edad Antigua , aunque en ocasiones se inscribía en una planta concéntrica. Al igual que en Tréveris, la catedral, el conjunto episcopal y los monasterios constituían núcleos autónomos dentro de la población. En el siglo XIII, la ciudad adoptó forma circular, con una estructura central en forma de octógono. Se conservó la idea del foro clásico, por lo que en la ciudad encontramos una plaza central con edificios religiosos y administrativos a su alrededor. Los habitantes de los grandes núcleos preferían organizasen en barrios según sus oficios y etnias. En Italia, Venecia constituye la única creación medieval importante, pues todas las otras ciudades ya existían en la Antigüedad. Las de tamaño medio presentan, en cambio, todas las posibilidades urbanas y suelen datar del siglo XIII. Unas se desarrollaron en las colinas, otras en las llanuras; entre estas últimas, algunas crecieron radialmente como Aversa, cerca de Nápoles. Otras seguían un esquema lineal (Castel San Pietro, en Emilia) o presentaban dos ejes que se entrecruzaban (Massa Lombarda).
En Roma, la densidad y la nueva importancia que tomaba la ciudad se superponían a la tradición y a los monumentos antiguos. El peso del papado y las órdenes monásticas, así como el prestigio ligado a su reputación de caput mundi, llevaron a su transformación, pero también a conservaciones no desprovistas de interés. El siglo XII fue un período de renacimiento en el que Roma ocupó un papel mítico para el occidente de la cristiandad, en una época de construcciones y desarrollo urbano. Se erigieron nuevos barrios e iglesias entre San Pedro de Roma y el castillo de Sant'Angelo. El Capitolio volvió a ser un lugar habitado desde el que se dominaba el Foro. Por último, la estructura de la ciudad quedó prácticamente intacta y, con ella, el recinto romano que la rodeaba.
Conocemos el plano de Roma del primer cuarto de siglo XIII a través de dos versiones. La ciudad, orientada hacia el este, se hallaba rodeada por una muralla elíptica jalonada por torres. En el interior se encontraba el Tíber, la isla, las siete colinas en la orilla izquierda y el Janículo a la derecha. Los monumentos y las calles aparecen marcados con claridad, entre los que destacan el castillo de Sant'Aneglo, el Panteón y el Coliseo. Una calle recta flanqueada de arcadas unía San Juan de Letrán con el Coliseo. Las casa solían contar con pórticos abiertos a la calle, con arquitrabes y capiteles que se estilaban mucho en el siglo XII. Por último, cabe destacar la importancia del aprovechamiento de material antiguo en la plástica urbana, como ilustra a la perfección la casa llamada «Casa di Crescenzio», de principios del siglo XII, emplazada entre el Capitolio y el Tíber.
El urbanismo se desarrolló en Inglaterra a partir de 1066, con numerosas anexiones al abrigo de monasterios y castillos. Las ciudades también adoptaron mayoritariamente un plano lineal o radial, pero este último tipo (como en Sarum) se halla, en proporción, menos extendido que el primero. En Oxford, la plaza del mercado está unida a la calle, por lo que tuvo que alargarse. Las ciudades monásticas de Peterborough y Bury Saint Edmuns (Suffolk) ilustran la yuxtaposición del monasterio y la ciudad. La localidad feudal de Ludlow presenta un trazado longitudinal en cuyos extremos se sitúan, en un lado, el castillo y en el otro, la iglesia, unidos por una calle que se alargó para incluir el mercado. Bristol y Durham se instalaron en el meandro de un río. En las pequeñas ciudades inglesas construidas en una encrucijada de caminos, el mercado ostentaba un lugar destacado. El trazado radial permitía la edificación de fachadas en los caminos que conducían a él, así como a la plaza del mercado, lo que explica en gran medida el éxito de este tipo de trazado.
Se distinguen muy particularmente en el arte románico una serie de edificios que merecen ser analizados individualmente.
Las catedrales no tuvieron gran importancia hasta el siglo XII pues frecuentemente las superaba en magnificencia las iglesias monacales pero desde dicho siglo fueron creciendo en interés social y arquitectónico. Y como servía para defensa de las ciudades y eran centro de reuniones civiles, presentan el aspecto de fortalezas con sus torreones almenados y muy robustos muros. Tipos en este sentido son, entre otros:
la catedral de Sigüenza, el ábside de la catedral de Ávil, el ábside en Rosellón (Francia), la antigua catedral de Elna.
la catedral de Sigüenza, el ábside de la catedral de Ávil, el ábside en Rosellón (Francia), la antigua catedral de Elna.
Las iglesias menores que no sean monacales se diferencian de éstas y de las catedrales en sus reducidas dimensiones y en tener poco desarrollado el ábside central que en los monasterios y catedrales servía para coro de la comunidad respectiva. Entre estas iglesias menores deben contarse los baptisterios que seguían construyéndose alguna vez en Italia (y apenas fuera de ella) separados de las iglesias catedrales o parroquiales y tenían planta redonda o poligonal.
Los monasterios con sus iglesias abaciales revistieron capital importancia desde el siglo VI pero hasta el siglo X no debieron llamar la atención en el terreno arquitectónico pues los monjes, más que a la arquitectura se dedicaban al cultivo de las ciencias y las letras a roturaciones de terrenos y al mejoramiento y organización del estado social. A partir de dicho siglo, las riquezas que por donaciones iban adquiriendo los monjes y el favor que gozaban de los señores feudales les proporcionaba medios para la construcción de sus iglesias y monasterios a gran escala. En éstos, se distinguen como obra de arte, además de la iglesia, la sala capitular para las reuniones y los claustros. En las iglesias monacales suele estar muy desarrollado el ábside y en las pertenecientes a grandes monasterios, también el crucero para dar cabida a los numerosos monjes que allí constituían el coro. Sabido es de todos que los benedictinos fueron los grandes arquitectos de los siglos IX, X, XI y XII y a su difusión, actividad y pericia debe Europa incontables monumentos artísticos de todo género en el mencionado periodo. Al comienzo del siglo XI, sólo la orden benedictina en sus diversas ramas llevaban fundadas más de 15.000 abadías. Y entre las muchas que gozaban de justa celebridad en toda Europa mayormente para el arte, sobresalió como centro principal en los siglos XI y XII la Abadía de Cluny (Francia) que era una reforma benedictina fundada en el año 910. Le siguió en importancia la del Cister, nueva reforma que empezó casi con el siglo XII y ambas dieron lugar a ciertas variantes de estilo. Se llamaban vulgarmente los de la primera rama benedictinos de hábito negro y los de la segunda, de hábito blanco porque así se distinguían. En España, florecieron principalmente los siguientes monasterios: monasterio de Ripoll, en Cataluña, del siglo X. El monasterio de San Victorián, en Aragón. Monasterio de San Juan de la Peña , en Aragón. Los monasterios de Leyre e Irache, en Navarra, de San Millán de la Cogolla y San Martín de Albelda en La Rioja , monasterio de Sahagún en León, monasterio de Celanova en Galicia, fundado por San Rosendo, monasterio de Santo Domingo de Silos y de Oña en Castilla. Todos ellos fueron reconstruidos, si no fundados, en los siglos XI y XII, aunque varios eran ya célebres en épocas anteriores. Gran número de poblaciones en España, como también en otros países europeos deben su origen a los monasterios de los siglos X, XI y XII principalmente en Castilla-León, todos ellos bajo la regla de San Benito.
Los claustros fueron, como son ahora, patios interiores con persitilo, recuerdo de los atrios de las antiguas basílicas, diferenciándose en que las columnas de las arcadas no insisten inmediatamente sobre el suelo sino sobre un podio corrido. Se encuentran ya desde este periodo formando parte no sólo de los monasterios, sino también de las catedrales. Se conservan todavía restos de claustros del siglo XI en algunas catedrales, entre otros el de Elna (Rosellón) y el de Seo de Urgel. Muchos hay de monasterios como Santo Domingo de Silos, San Benito de Bages, San Cucufate del Vallés, San Juan de
ARQUITECTURA ROMÁNICA
La Edad Media es un período histórico que abarca desde la caída del Imperio Romano de Occidente, en el siglo V, hasta finales del siglo XV, proponiéndose para su final, fechas como el descubrimiento de América en 1492 o la toma de Constantinopla por los turcos, en 1453. Tan largo período se divide en dos grandes etapas: la Alta Edad Media, que va del siglo V al siglo XIII y la Baja Edad Media, del siglo XIII al XV.
La Edad Media, pese a ser visa tradicionalmente como un período de oscuridad y caos, fue también una época de gran auge artístico, caracterizado por ser casi exclusivamente religioso y que en la arquitectura tuvo su máxima expresión en la construcción de templos católicos.
El período considerado de más oscuridad, fueron los primeros siglos de la Edad Media, pero en los siglos VII y IX, con el renacimiento carolingio, surgirá un período de gran brillantez, que sentó las bases de lo que dos siglos más tarde sería conocido como Renacimiento Románico. El románico, surgió en el siglo XI y constituye la etapa de florecimiento del mundo religioso y cultural monástico, plasmado en la arquitectura, escultura, pintura, etc. Este estilo artístico también se considera consecuencia del fenómeno de las peregrinaciones, a través del cual fue ampliamente difundido (sobre todo en el Camino de Santiago) y del espíritu de defensa del cristianismo contra el Islam.
La arquitectura románica se caracteriza por los siguientes elementos:
- Son grandes templos construidos por bloques de piedra labrada (sillar) que se apoyan en columnas y pilares. Las paredes tenían dos finas capas de sillería y en medio una masa de pequeñas piedras, llamada ripio.
- El arco de medio punto, aunque también se empleaba el arco de sección rectangular, enriqueciéndolo en su intradós con uno más estrecho, decorando sus ángulos con dos molduras de sección semicircular. A partir del siglo XII también se emplea el arco apuntado u ojival, por dos segmentos curvos que forman ángulo en la clave.
- La bóveda de cañón, que en el románico pleno suele ser de medio cañón con arcos transversales de refuerzo o fajones. Durante el siglo XII, en zonas como Angulema o Solignac, se emplearon cúpulas semiesféricas sobre pechinas. En las naves laterales de los edificios del románico pleno se emplea principalmente la bóveda de arista, construida sobre un espacio cuadrado y formada por el cruce de dos bóvedas de cañón de igual anchura. Esta bóveda, cuando se genera por el cruce de arcos apuntados y se refuerza con nervaduras da lugar a la bóveda de crucería. Para abovedar el crucero se emplea la cúpula, o bóveda con forma de media esfera u otra forma aproximada. Para pasar del cuadrado del crucero al círculo de la base de la cúpula semiesférica se emplearon las pechinas (soportes en forma de triángulo curvilíneo). También se usaron las trompas (soportes de forma cónica) En los ábsides de planta semicircular se usó la bóveda de horno o de cuarto de esfera. A finales del siglo XI empiezan a usarse las primeras bóvedas de crucería, cuya gran utilidad es que los empujes que generan sobre las estructuras inferiores son más verticales y localizadas y eso permite un mejor contrarresto.
- Para sostener los arcos y bóvedas, se usaban columnas y pilares. La base de la columna románica es de tipo ática, el fuste es completamente cilíndrico y normalmente, no tiene acanaladuras verticales sino que son lisos o en el caso más complejo lleva sogueados oblicuos o decoración geométrica o vegetal. El capitel suele ser figurado o de motivo vegetal y tiene collarino y ábaco en los extremos.
- Tener pocas ventanas y en el caso de haberlas, de tamaño reducido.
- Normalmente son plantas de cruz latina, que consiste en iglesias longitudinales con una o varias naves paralelas y finalizadas en cabecera de ábsides semicirculares escalonados (platas de salón), disposición a la que se añadía un transepto y estas iglesias podían estar rematadas en cabeceras con ábsides escalonados. Sin embargo, en las iglesias de peregrinación y otros templos, las naves terminaban en una cabecera compleja formada por capilla mayor rodeada de girola o deambulatorio de una o varias naves que la rodeaba y a la que se abrían capillas radiales. Las iglesias románicas también podían estar construidas por planta circular o poligonal o en forma de cruz griega, aunque eran formas menos frecuentes.
- Pueden tener una o varias naves longitudinales, que podían tener otras naves atravesadas. Abundan más las iglesias de una nave, sobre todo en el ámbito rural y pueden estar abovedadas con medio cañón reforzados con fajones o cubierta de madera y un ábside semicircular. Las llamadas iglesias de peregrinación, suelen ser típicamente de tres naves con tribuna. El alzado de estas iglesias, tiene el nivel de los arcos formeros y por encima una tribuna abierta o galería situada sobre las naves laterales y sobre el piso de la tribuna arranca la bóveda de medio cañón.
- Las iglesias del románico tardío, frecuentemente eran de tres naves con bóveda de crucería. Eran templos de planta y arranque románico rematadas con bóvedas de crucería y a este estilo se le ha dado el nombre de “románico ojival”.
- Empleo de la girola.
- Tienen monumentales portadas ornamentadas, construidas a base de sucesivas arquivoltas abocinadas que se apoyaban sobre columnas. Si la puerta era muy ancha, se colocaba como refuerzo una columna central (parteluz) y en ocasiones se añadían estatuas de personajes bíblicos a las columnas o arquivoltas. De estas puertas, son los capiteles de las columnas interiores y los canecillos
- El crucero de este tipo de templos solía tener sobre él un cimborrio de planta cuadrada u octogonal, con ventanales. También eran frecuentes las parejas de torres campanario pareadas flanqueando la fachada o torres únicas en un costado del templo.
Si hay un elemento característico de la Edad Media, es la sociedad feudal, una organización jerárquica de la sociedad que la dividía en tres estamentos, siendo dos de ellos privilegiados, nobleza y clero y uno no privilegiado, el pueblo llano.
La Iglesia tenía una enorme influencia en la Europa medieval. Se había aliado con el poder y su espíritu de unidad cristiana frente al Islam, la llevó a detonar campañas bélicas. Sin embargo, en los siglos X y XI, la institución eclesiástica estaba viviendo una crisis interna. La actitud de muchos de sus miembros, que predicaban la pobreza de Cristo pero vivían en la opulencia o la vida amoral de gran parte del bajo y alto clero, así como su cercanía al poder y alejamiento progresivo del pueblo, hacían necesaria una renovación y se dan intentos de volver a la pureza primitiva del cristianismo y dentro de estos movimientos de renovación, se encuadra el nacimiento de la Orden del Cister.
En 1089, en la región de Borgoña, uno de estos reformadores se retiró con sus seguidores a un lugar llamado Citeux, para llevar una vida monacal aislada. Posteriormente, obtuvo protección papal y con Bernardo de Claraval, la orden conoció su mayor expansión, llegando a relevar a la orden de Cluny en su influencia sobre la sociedad y la Iglesia del siglo XII.
La gran mayoría de edificios cistercienses, alejados de los núcleos urbanos y ubicados en zonas inhóspitas, se encuadran en el estilo románico, aunque en muchos casos incorporan como novedad la bóveda de crucería sencilla y el arco apuntado. Al encuadrarse la mayoría de monasterios cistercienses, dentro del estilo románico, sus templos se caracterizan por su sobriedad ornamental; los capiteles y otras dependencias sólo están decorados por motivos vegetales o geométricos, aunque generalmente son de gran calidad. Las iglesias gozaban de una gran luminosidad, ya que se pintaban de blanco, no empleándose murales figuradas y las ventanas también tenían cristales blancos.Pese a todo, introduce cambios como el arco apuntado y la bóveda ojival.
En los monasterios, lo más importante es el claustro y en el caso de los monasterios cistercienses, el claustro tenía sus pandas abiertas por arcos sobre columnas pareadas y capiteles labrados. Del resto de dependencias, cabe destacar la sala capitular, donde se llevaban a cambo los principales actos y reuniones. Era un espacio rectangular, en el que las bóvedas caían sobre columnas repartidas en el espacio central.
Otro espacio importante en el monasterio cisterciense, era la iglesia abacial. Dicha iglesia solía ser de planta de cruz latina y estaba compuesta por una o tres naves, según se tratase de un monasterio de orden femenina o masculina. También solían tener girola y capillas radiales. Siguiendo el estilo románico, los pilares que soportan los arcos son de pilar compuesto de núcleo cruciforme con semicolumnas en sus caras. Los pilares compuestos reciben arcos, en general apuntados, aunque aun se sigue empleando el arco de medio punto.
La nave central es más alta que las laterales, lo que permite la entrada de luz en el piso superior. Las bóvedas, normalmente son de crucería sencilla, con grandes nervios de sección rectangular en las ojivas, aunque también se emplearon bóvedas de medio cañón apuntado. En cuanto a la decoración, suele ser austera. Los ábsides tienen contrafuertes prismáticos escalonados con escarpes, los ventanales absidales y de la nave central, suelen estar formados por vanos en derrame, pero sin molduras o columnas.
En las fachadas occidentales, aparecen óculos de iluminación y las portadas son de amplias proporciones, con arquivoltas de fino grosor apoyadas sobre múltiples parejas de columnas. El perfil de los arcos puede ser de medio punto o apuntado y carentes de decoración o con decoración de tipo geométrico y los capiteles, tienen motivos vegetales o son completamente lisos.
ESCULTURA ROMÁNICA
Las formas que adopta el románico se basan en una idea del arte desarrollado para la inteligencia humana, no para sus sentidos por ello no busca copiar la naturaleza sino captar su belleza de una manera abstracta y racional. Esto se basa en la teoría neoplatónica defendida por San Agustín.
La escultura, dentro del movimiento románico, hay que verla siempre en relación con la arquitectura ya que va a ser la que decore los edificios, por ello también se verá influida por los mismos elementos que en la arquitectura, elementos bizantinos, persas y árabes. Tanto la escultura como la arquitectura van a seguir los mismos planteamientos de sometimiento al orden racional y lógico, siguiendo la ley del Marco conde el escultor románico a adaptar sus figuras a la arquitectura que las soporta como las esculturas que aparecen en los tímpanos que van a tener distintas alturas y formas para evitar interrumpir la armonía del trazado semicircular, suelen ser escenas del Juicio Final. Otra ley que siguen los escultores sería la del “Esquema Geométrico” que exige al escultor que las figuras de su escultura tengan una lógica geométrica sin importar que este "forzamiento" distorsione la realidad de los animales o de las personas talladas.
El estilo es antinatural y simbólico, con tendencia a la abstracción, de influencia bizantina. Su composición suele ser clara y ordenada, en ella suele imperan el “horror al vacío”, la frontalidad, la simetría, el equilibrio, la isocefalia (todas las cabezas colocadas a la misma altura) y las líneas curvas. Las figuras son hieráticas y severas, sin volumen, sin perspectiva ni profundidad.
En la escultura románica se suele utilizar como material la piedra caliza, el granito, el mármol, la madera o el marfil utilizando la policromía sobria, con colores apagados. La talla de piedra es plana; la talla se hace más profunda a partir de la segunda mitad del s.XII, los plegados más voluminosos y curvados y las figuras más reales.
Además la escultura va a tener dos funciones, una estética (como ya hemos visto) y otro didáctico, algo esencial para difundir la ideología cristiana debido al analfabetismo reinante en la época, estas ideas pueden ser simbólicas o descriptivas de episodios bíblicos, sobre todo aparecen escenas del Antiguo Testamento como la creación del hombre y el pecado original, aunque también del Nuevo con escenas del ciclo de la Natividad. También van a aparecer representados escenas de la naturaleza y de la mitología (unicornios, monstruos de fábulas…) sacralizando esta estética pagana y convirtiendo a los animales en portadores de virtudes o perversiones, por lo que su aparición es usada con el mismo fin que las demás esculturas, enseñanza y advertencia, a través de ellos representaban también el bien (aves, león o águila) y el mal (serpiente, mono, liebre, conejo…). Estos animales se solían utilizar en las puertas de las iglesias como guardianes.
Iconografía profana
Junto a los motivos religiosos, el románico incorpora motivos costumbristas o anecdóticos, suelen aparecer en las iglesias, son los canecillos los que se adornan con esculturas que representan a cacerías, fiestas, banquetes, lances guerreros... o la vida social, incluyendo a personajes en actitudes cotidianas.
En el siglo XII se producen importantes cambios en la mentalidad europea. Las doctrinas de Aristóteles, comienzan a penetrar en el mundo cultural de las universidades y con ellas se produce un acercamiento al mundo natural.
Escultura exenta
La escultura románica a demás de aparecer relacionada con la arquitectura puede aparecer de forma aislada, las figuras que más se suelen representar suelen ser Cristo crucificado y la Virgen María. El Cristo suele aparecer clavado con cuatro clavos, con los pies separados y el cuerpo rígido, además, suele llevar una corona real por ser el Rey de reyes o una corona de espinas, y algo muy característico, vestido con una túnica a cuerpo completo o a media cintura. La Virgen se suele representar con un niño Jesús y coronada, suele tener una posición rígida sin reflejar comunicación entre ambos.
La escultura en relieve
Se desarrolla preferentemente en las portadas de los edificios, en el tímpano aparece el Pantocrátor o Cristo en Majestad, bendiciendo con una mano y portando en la otra un libro sagrado o la bola del mundo, metido en la mandorla o almendra mística y rodeado del Tetramorfos, o sea, la representación de los cuatro evangelistas o los símbolos que aparecen en el Apocalipsis. En el Juicio Final se le representa como Juez Supremo, con los bienaventurados a la derecha y los condenados a la izquierda. A fines del siglo XII, Cristo aparece más humano, mostrando las llagas de las manos y rodeado de santos y ángeles. En las arquivoltas se representan los 24 ancianos del Apocalipsis y en las jambas los profetas, apóstoles...
Los capiteles se decoran con temas muy variados, geométricos y vegetales, de fauna fantástica de origen oriental, monstruos, arpías, dragones… con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento o profanas (fiestas, trabajos cotidianos, fábulas, temas eróticos...). Los frisos se esculpen con escenas ordenadas, en horizontal o vertical, que cubren la pared total o parcialmente.
Desde la segunda mitad del siglo XII y en el XIII se labraron con estilo románico de transición arquetas para reliquias y otros objetos de orfebrería, adornados con imágenes en relieve, cinceladuras, esmaltes y pedrería siendo el centro artístico de tales producciones la ciudad de Colonia. Uno de los ejemplos más importantes es el de la “Puerta de las Platerías” de la Catedral de Santiago.
Escuelas de escultura románica
Estas escuelas sólo comenzaron a tener esplendor a partir del s. XII, antes de ese siglo se habían formado en Occidente centro de artes decorativos y suntuarios, sobre todo de orfebrería de carácter propio o derivado del bizantino, uno de los precursores de la escultura románica. Entre las más importantes se deben mencionar las escuelas irlandesa, sajona y francesa.
- Escuela irlandesa – sajona: escuela vigente desde el s. VII que durante el románico practicó el relieve con figuras alargadas similares a la de Toulouse.
- Escuela francesa: se realiza en el s. XII, las más importantes serían:
o Isla de Francia: escultura rudimentaria hasta la mitad del s. XII, usa en sus capiteles cabezas con grandes bigotes
o Normandía: figuras de escaso relieve y ornamentación
o Toulouse y Languedoc: tiene figuras alargadas y con movimientos
o Provenza: reminiscencias clásicas en la ornamentación, imitará a las escuelas de Toulouse y del Norte, fue considerada como la más influyente de la época. Destacan las estatuas de la fachada de San Giles y San Trófimo de Arlés.
o Borgoña: gran expresión de actitudes dramáticas de los personajes. Son famosos en esta escuela los relieves que adornan las portadas de la catedral de Autun y de la abadía de Vézelay.
Pintura Románica
En cuanto a la iconografía hay que decir que comparte los mismo temas iconográficos que la arquitectura, pues ambas son disciplinas rectoras de la arquitectura. Son temas predominantes el Maiestas Domini, también denominado Pantócrator,
Otra característica importante es el uso de la miniatura, que se aparta completamente de su vinculación religiosa con funciones didácticas ya que al estar realizada por y para gente letrada, pensada para decorar libros, para entretener, dispone de una mayor creatividad. En ocasiones rompen las características de la pintura románica para presentarse más naturalista y desinteresada. Dentro de estos libros donde aparecen las miniaturas, las mismas ocupan lugares determinados como los márgenes de las hojas, a modo de viñeta, páginas enteras y las iniciales capitales del comienzo del texto.
Por otro lado, la pintura en románica en tabla responde a cuestiones diferentes, se empleaba para la decoración de frontales de altares y pequeños retablos. A diferencia de la pintura mural al fresco, se utilizaba la técnica del temple.
Todo lo referente a la pintura mural es válido para la pintura en tabla en lo referente a la iconografía (claramente religiosa) y la estética que sigue basándose en el hieratismo simbólico románico. La gama de colores es la misma así como su figuración.
Dentro del conjunto de la pintura románica en Alemania, el conjunto que quizá más destaque es